Actividades, publicaciones, noticias sobre Epilepsia.
05. EPILEPSIA EN LA EDAD MEDIA. LOS SANTOS EN EL TRATAMIENTO (28.05.2015)
04. LAS CONCEPCIONES MÁGICAS Y RELIGIOSAS DE LA EPILEPSIA EN LA ANTIGÜEDAD (02.12.2014)
03. LA EPILEPSIA EN LA BIBLIA (01.08.2014)
02. EPILEPSIA EN ROMA (13.06.2014)
01. EL CONCEPTO DE EPILEPSIA EN LA ANTIGÜEDAD (01.04.2014)
05. EPILEPSIA EN LA EDAD MEDIA. LOS SANTOS EN EL TRATAMIENTO (28.05.2015)
La Edad Media, la época histórica que comprende desde la caída del Imperio Romano -marcada en el año 476 con la pérdida de Rómulo Augústulo, último emperador romano- hasta el año 1492 -con la expulsión de los musulmanes de España y descubrimiento de América- está caracterizada, entre otros elementos, por una cierta hegemonía social, política y cultural del cristianismo en el espacio de la Europa Occidental hasta Bizancio. Algunos investigadores han afirmado que la Iglesia Católica, como sucesora de Cristo, habría venido a ocupar el vacío dejado por el Imperio Romano.
Así, no es extraño que el tratamiento de las enfermedades (entre ellas, la epilepsia) haya sido influenciado por las enseñanzas del cristianismo y los mismos enfermos las hayan demandado. En consideración a que la epilepsia desde el punto de vista médico no estaba claramente delimitada, muchos pacientes con otras enfermedades, especialmente los trastornos neuróticos, pudieron haber sido sugestionados por santos, reliquias y talismanes.
Aparentemente entre los santos inicialmente citados en la literatura, figura San Nicetio, a quien Gregorio de Tours le atribuye la cura milagrosa de un niño que “usualmente caía al suelo con espuma por boca y batía la lengua”. Tratado por los médicos estuvo bien por algunos meses y al recaer fue llevado llevado a la sepultura de San Nicetio, retornó sano y no volvió a recaer, y agrega Gregorio de Tours. “habían pasado 17 años de su mejoría cuando el obispo nos presentó al niño”. Este caso presenta dos hechos de relevancia. El primero es el comentario del autor citado que relata que el niño que estuvo unos meses bien, lo que se adscribe al concepto de la evolución temporal de las epilepsias resistentes. El segundo hecho relevante es que la curación de los médicos duró algunos meses, en tanto que la del santo se extendió por 17 años, lo que podría sugerir una curación definitiva.
No es fácil concluir acerca de la efectividad del “tratamiento religioso” pero se debe asumir que eran populares y algunos santos se constituyeron en patronos de la enfermedad, como lo demuestra el caso de San Valentín para la epilepsia, “quien sufría de caídas y crisis”. El santo habría sido médico, fue martirizado el 14 de Febrero 273 por los romanos y habría tenido epilepsia. Las peregrinaciones a Rufach en Alsacia eran muy populares como lo demuestra un grabado en madera del S XV en el que San Valentín expulsa el Mal de un hombre y una mujer en presencia de un chancho, símbolo del demonio que, según la Biblia, lo recibe. Es necesario destacar que el primer hospital para personas con epilepsia se construyó en ese siglo en Rufach y que fue un ejemplo para el resto de Europa en los siglos siguientes. También es un ejemplo para nosotros en Chile, donde aun no tenemos hospitales especializados para los enfermos con epilepsia.
Santa Bibiana, nacida en 347, habría sido portadora de epilepsia y es patrona de la epilepsia. En Roma cerca de la estación “Termini”, está el monasterio dedicado a ella, el cual fue famoso por sus hierbas. Los pacientes tenían que seguir un ceremonial, en el que jugaban un rol especial, el asistir a tres misas; al final de las cuales se les daba la bendición con hierbas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El procedimiento finalizaba con una visita a la sepultura de la santa. No era necesario viajar a Roma para obtener el favor de la santa Bibiana, el rito se podía exportar a cualquier parte siempre que su aplicación no fuera modificada.
Muchos otros santos son citados como patronos de la epilepsia con fama local, como San Bernardo de Claraval, San Ciríaco, San Severín de Noticum, San Ubaldo de Gubbig, entre otros cuarenta. Los tres Reyes Magos adquirieron gran reputación en la Edad Media. San Mateo cuenta como ellos “siguiendo la estrella Belén vieron al niño y a María y postrándose lo adoraron y entonces abrieron sus tesoros y se los dieron como regalos”. Es posible que su caída (postración) ante Jesús y quizás como magos acreditados y con un aire de misterio sería la razón por la cual los tres fueron conectados con la epilepsia. Desde el S XII o antes, sus nombres eran pronunciados en el oído del paciente con epilepsia para sacarlo del paroxismo o bien escritos en un papel. Correctamente pronunciadas las palabras “tenían un efecto inmediato”. John Arderne da el ejemplo siguiente: “Contra la Epilepsia escribir estos tres nombres con sangre tomada del dedo pequeño del paciente, quien debe rezar 3 padrenuestros y 3 Ave marías diariamente por un mes y que el paciente beba jugo de peonía con cerveza o vino…y sin duda este remedio nunca falla”.
Referencias:
Gregorio de Tours. Historia de los Francos. Arndt y Krusch. Hannover, 1884.
San Mateo, cap 2 y 17. Santa Biblia.
Temkin Owsei. The falling sickness. John Hopkins. Baltimore,1971.
Geerts A, et al. Onset of intractability and its course over time: The Dutch study of epilepsy in childhood. Epilepsia 2012; 53(4): 741-751
Dr. Marcelo Devilat Barros
04. LAS CONCEPCIONES MÁGICAS Y RELIGIOSAS DE LA EPILEPSIA EN LA ANTIGÜEDAD (02.12.2014)
En la actualidad, algunas personas con epilepsia son objeto de variadas desventuras, especialmente si son portadoras de epilepsias difíciles de tratar y no cubiertas por el Plan GES: aislamiento, estigmatización, injurias físicas, tendencia a trastornos ansiosos y depresivos, suicidabilidad y mortalidad aumentada, entre otras. Por otra parte, la enfermedad muchas veces se vive como un castigo, que altera las relaciones sociales y familiares; otras veces se imponen ritos y prohibiciones irracionales, o se ejerce segregación en el trabajo y en el estudio. La prohibición de ciertos alimentos como el chocolate, el café y otros, son recomendaciones erradas que pueden observarse hasta el día de hoy.
Veamos que ocurría en la antigüedad. De acuerdo a Hipócrates, en su libro “Sobre la Enfermedad Sagrada”, numerosas prohibiciones mágicas debían acatar las personas con epilepsia, como por ejemplo: evitar los baños y algunos alimentos, como pescados, anguilas, carnes, cabras, aves, gallos y tórtolas; vegetales, menta, ajo y cebolla. También se debía evitar el uso de ropa negra y piel de cabra. La prohibición de los baños se entronca en lo purificativo de su abstinencia. Ésta era practicada por magos y hechiceros, y les otorgaba poder sobre el demonio para, de esta manera, eliminarlo de las personas poseídas.
Las prohibiciones se relacionaban con fenómenos mágicos. Por ejemplo, el color negro se asociaba con la muerte; la cebolla, con la muerte y el luto. La cabra, que era sacralizada a la diosa luna, se decía, era especialmente propensa a presentar epilepsia. Aunque Plinio comenta que la cordorniz era el único animal que podía presentar epilepsia, por lo que desaconsejaba comer su carne. La escuela aristotélica, en cambio, aseguraba que el hombre era el único sujeto que podía enfermar de epilepsia.
El uso de la sangre de animales sacrificados en ritos de purificación era de relevancia en el siglo V aC. Considerada como uno de los remedios mágicos para la epilepsia, beberla de gladiadores y animales del circo era también una práctica aceptada. Los huesos también tenían un poder mágico, especialmente la primera vértebra, el atlas.
Es necesario distinguir los aspectos mágicos relacionados con la epilepsia, de los religiosos. Hipócrates en su “Sobre la Enfermedad Sagrada” acusaba a los magos y curadores de impíos. El tratamiento religioso consistía especialmente en la invocación de ayuda a Ascalepio. El paciente debía dormir en su templo; el dios podía aparecer y efectuar la curación o aconsejarla. De lo anterior existe un registro de la segunda mitad del s. IV aC en el santuario a Asclepio en el Epidauro, que dice: “N.N. de Argos. El hombre durante su sueño en la cámara curativa vio una visión: él soñó que el dios se aproximó y puso su anillo sobre su boca, ventana de la nariz y oreja y él se recuperó”. Este tratamiento religioso no se oponía al tratamiento médico, y -en contraste con el tratamiento mágico- se observa un profundo respeto por la milagrosa curación.
Referencias:
Temkin Owsei. 1971. The falling sicknes. The John Hopkins University Press, Baltimore.
Hippocrates 1985. The sacred disease. Gryphon Editions, Birmingham, Alabama.
Fernandez PT et al. Epilepsy and Behav 2011; 22: 55.
Dr. Marcelo Devilat Barros
03. LA EPILEPSIA EN LA BIBLIA (01.08.2014)
Tres de los 4 evangelistas relatan episodios relacionados con la epilepsia, ellos son en los evangelios de San Mateo, San Marcos y San Lucas.
San Mateo escribió su evangelio en Jerusalén, pocos años después de la muerte de Cristo en lengua aramea, que era la usaban los judíos con el objetivo de apoyar a los conversos. El capítulo 17, en sus primeros versículos, ofrece dos hechos de interés, uno es el relato de la Transfiguración de Jesús y el otro es la curación de un endemoniado. En el primer episodio, que se inicia con el versículo 1, se lee :…”tomó Jesús consigo a Pedro, Santiago y Juan y subiendo a un alto monte….se transfiguró en su presencia. De modo que su rostro se puso resplandeciente como el sol, y sus vestidos, blancos como la nieve. Y al mismo tiempo se les aparecieron Moisés y Elías” (que representan a la Ley y los profetas dando testimonio de la divinidad de Cristo). En el segundo episodio, a partir versículo 14, se lee:…”vino un hombre, e hincadas sus rodillas y le dijo: “Señor ten compasión de mi hijo porque es lunático y padece mucho pues a menudo se cae al fuego y al agua…”….Y Jesús amenazó al demonio, salió del muchacho, el cual quedó curado desde aquel momento.
San Marcos escribió su Evangelio en Roma, según lo que había oído a San Pedro, quien lo aprobó. San Marcos, se cree fue discípulo de San Pedro y se considera un compendiador de San Mateo. Escribió su Evangelio en griego entre los años 52 y 62 dC. También la Transfiguración antecede en el capítulo 9 desde el versículo 1 hasta el versículo 12 a la Cura a un niño endemoniado, la que se inicia a partir del versículo 13, pero el relato es similar al de San Mateo, salvo los adjetivos de la de la transfiguración misma. La descripción de la Cura comienza con la escena de una “gran multitud de gente” y la presencia de escribas discutiendo con ellos y mientras Jesús se acerca a ellos, una persona del grupo le explica a qué se debe la discusión y le dice: “Maestro, yo he traído a ti un hijo mío poseído por cierto espíritu maligno que le hace quedar mudo, el cual donde quiera que le toma, le tira contra el suelo y le hace echar espuma por la boca y crujir de los dientes y que se vaya secando”. Al traérselo a Jesús, “el espíritu empezó a agitarle con violencia y tirándole contra el suelo se revolcaba echando espumarajos”. Después el hombre informa a Jesús que le ocurre desde la niñez y muchas veces se ha caído al fuego o al agua. El relato sigue: “Viendo Jesús el tropel de gente…amenazó al espíritu inmundo diciéndole: “Espíritu sordo y mudo, yo te lo mando, sal de este mozo y no vuelvas más a entrar en él”. El espíritu salió,…”dejándole como muerto”…”Pero Jesús cogiéndole de la mano, le ayudó a alzarse, y se levantó”.
San Lucas era de Antioquía, médico y discípulo de San Pablo. Escribió su evangelio en griego alrededor del año 63 dC, añadiendo a lo que habían escrito San Mateo y San Marcos, en especial lo referente al nacimiento de San Juan Bautista y a la infancia de Cristo. El capítulo 9 de este Evangelio en el versículo 28 nos ofrece las escenas de la Transfiguración pero de manera más resumida que las ya comentadas. Sin embargo, ubica temporalmente como “al día siguiente” de la escena de la transfiguración, la Cura a un niño endemoniado. En ella, en el versículo 37, de manera más sucinta que los relatos anteriores, San Lucas describe que en medio de una gran multitud, un hombre se dirige a Jesús….”a mi hijo, que es el único que tengo…un espíritu le toma, y de repente hace dar alaridos y le tira contra el suelo y le agita con violentas convulsiones hasta hacerle arrojar espuma…y desgarrarle sus carnes”. “Al acercarse (a Jesús) le tiró el demonio contra el suelo y le maltrataba. Pero Jesús habiendo increpado al espíritu inmundo curó al mozo…”
Nos hemos referido no precisamente a la epilepsia en la biblia, sino más bien a los escritos de 3 evangelistas del Nuevo Testamento. Ellos revelan similares aspectos en algunos pasajes, pero otros relatos sobre el mismo tema dan información más particular.
Los 3 se refieren a La Transfiguración, relato previo al caso del niño “endemoniado”, aunque San Marcos describe el episodio mismo con más adjetivación y San Lucas, relata más sucintamente el hecho, aporta un dato que los otros no proporcionan, como expresar que la cura al endemoniado ocurrió al día siguiente de la Transfiguración. Como médico, San Lucas se expresa de manera más resumida y precisa.
La Transfiguración (Figura 1) es un hecho relevante porque Rafael Sanzio la ha inmortalizado en su obra de 1520, donde conjuga magistralmente “el arte, la religión y la medicina” y permite observar la magnificiencia del episodio divino con la descripción del niño con epilepsia en medio de la multitud. La escena, llena de simbolismos, expresa según Janz, una sincronía postural entre ambos, los brazos en cruz, y el cruce de sus miradas, en la que subyace el sufrimiento, la muerte y la resurrección. Así, la crisis epiléptica ya no es un acto demoníaco sino un acto divino que lleva a una resurrección.
Los 3 relatos se refieren al paciente como poseído por el demonio, pero San Mateo lo denomina como “lunático”, según lo expresa su padre al solicitar la ayuda de Cristo. El término latino “lunar” corresponde a mancha, afrenta, deshonra. De esta manera el llamarlo lunático sería como designarlo como por portador de una enfermedad deshonrosa por su carácter hereditario, contagioso, demoníaco, etc….Por otra parte, la influencia de la luna en la epilepsia estaría determinada en base a una venganza de Selene, deidad de la luna, en el sentido que la luna llena calentaba la atmósfera, derritiendo al cerebro, provocando el ataque.
La descripción de las crisis del paciente y su entorno (fig. 2) permite suponer lo ominoso de la situación, que en los 3 evangelistas el fondo de la escena está constituida por una multitud de personas que en San Marcos, discuten con los escribas, probablemente en relación a la enfermedad y su origen. En los 3 evangelios es un padre el que encara a Jesús para que sane a su hijo, pero solo en San Mateo y San Marcos nos informan que es un niño, en tanto que este último nos relata que el niño tiene la epilepsia desde “la niñez”. Todo lo anterior confirma lo que hoy sabemos, que el 80% de las epilepsias aparecen precozmente en la vida.
Desde el punto de vista semiológico de las crisis, los síntomas y signos se complementan entre los 3 evangelistas, aunque en San Marcos y San Lucas tanto en la historia que relata el padre como la crisis que observa Jesús, la descripción se hace de forma muy realista: la crisis aparece en cualquier momento, cae brusco al suelo, bate la lengua con espuma y presenta trismus (San Mateo). En San Lucas, se relata que el fenómeno aparece “de repente” grita, cae al suelo y tiene “convulsiones”. En San Mateo no se aprecia una semiología como en los anteriores, pero al decir que es lunático está revelando lo epiléptico del episodio. Los 3 evangelistas relatan lo que probablemente son crisis generalizadas, aunque en San Marcos la crisis se inicia con una mudez, lo que podría corresponder a una crisis parcial secundariamente generalizada. Nunca lo sabremos. Lo que sí podemos colegir de los relatos de los 3 evangelios es que las crisis son frecuentes “a menudo” en San Mateo y el tono y la desesperación de los padres en San Marcos y San Lucas, así lo confirmarían. Las crisis les hacen daño, “caen al fuego y al agua” (San Mateo y San Marcos) y “se desgarran las carnes” (San Lucas). Lo anterior, la frecuencia y las caídas, podría ser relevante en el sentido de sugerir que los niños serían portadores de daño cerebral con compromiso de las funciones cerebrales superiores y motoras. Por último San Marcos nos revela la parte final de la crisis…”dejándole como muerto”, correspondiente al período postictal y recuperación posterior. El episodio finaliza con una bella frase: “Pero Jesús cogiéndole de la mano, le ayudó a alzarse, y se levantó. (Fig 3)
En suma los 3 episodios revelan crisis epilépticas generalizadas (¿inicio parcial en un evangelio?) en un niño con una epilepsia generalizada (¿parcial?), probablemente sintomática, severa, con daño orgánico cerebral, con injurias físicas y con efecto social sobre la familia que sufre (San Mateo y San Lucas) y sobre el entorno, como lo demuestra la multitud en que participa en los hechos y la presencia de los escribas en las discusiones con la gente (San Marcos).
Referencias:
Félix Torres Amat y José Miguel Petisco. La Sagrada Biblia. Madrid. 1956.
Web. Todo sobre epilepsia.
Devilat M. Las epilepsias. Investigaciones Clínicas. Santiago de Chile 1991.
Janz D. Epilepsia 1986; 27(4): 316-322.
Dr. Marcelo Devilat Barros
02. EPILEPSIA EN ROMA (13.06.2014)
El Mal Comicial
En la Roma antigua, la epilepsia alcanzó algunas características especiales que vamos a anotar en este Apunte. Entre ellas el “Mal comicial”, denominación de epilepsia en la época romana que hasta tiempos presentes se utiliza como para evitar la palabra “epilepsia”. El “morbo comicialis” era la denominación para designar la epilepsia. En efecto, si una persona sufría una crisis en el transcurso de un “comicio”, o asamblea romana, dicha reunión se suspendía con el objeto de impedir el contagio de una enfermedad “impura”. Así, los afectados eran “intocables” y, si una persona sana rozaba de modo accidental a otra con epilepsia, debía escupir para protegerse del demonio que trasmitía la enfermedad. A pesar del prestigio de Hipócrates, la concepción mágica de la epilepsia, persistía latente y según algunos autores las crisis eran interpretadas como un mal presagio.Otra denominación de la epilepsia era también el de “morbus herculeos”, al considerarse que Hércules, semidios, padecía de la enfermedad.
Figura 1. El mal comicial en Roma.
La epilepsia de Julio César
Julio César (100aC-44aC), líder militar, político, orador, escritor y emperador romano, sufrió la enfermedad y sobre ella hay comentarios en los escritos de Suetonio, Plutarco y Eutropio entre otros. Suetonio, biógrafo del César comunica que sufrió 2 crisis epilépticas durante su administración imperial. Plutarco relata la crisis que sufrió el emperador en la batalla de Thapsus. También Apiano, historiador romano del siglo II después de Cristo, habla en sus escritos correspondientes a la época republicana de la «epilepsia y convulsiones repentinas» de César. También Shakespeare sabía que Julio César, padecía la «enfermedad que hacía caer»:….»Entonces perdió el conocimiento y se cayó», según se lee en la segunda escena del primer acto de la tragedia de Shakespeare «Julio César»; y unos versos después: «Se cayó en la plaza del mercado, tenía espuma en la boca y no hablaba”. Desde el punto de vista etiológico, algunos autores romanos han relacionado la epilepsia de Julio César con una esclerosis cerebral o bien con la ingestión de bebidas alcohólicas, por lo que su enfermedad habría sido sintomática.
La epilepsia por Areteo de Capadocia
Areteo de Capadocia (85?-138 dC) nacido en la ciudad de su nombre, actual Turquía, fue un médico griego que vivió en Roma en el reinado de Nerón y Vespasiano, en siglo I dC. Sus amplios conocimientos de anatomía, sugieren que se formó en Alejandría donde las autopsias eran permitidas. Su obra más importante que se conserva es “Obra médica”, que es un tratado clave en la medicina grecolatina. En el libro III figuran temas como epilepsia, cefalea, escotomas, parálisis, melancolía y la locura. Areteo era un observador fino y un gran descriptor de los hechos, por lo que sus relatos sobre la epilepsia han sido consideradas por algunos como fundacionales. Areteo escribe que la epilepsia “es una convulsión del cuerpo, junto a un deterioro de las funciones principales”. Él destaca dos síntomas, las convulsiones y la inconciencia y comunica el grito epiléptico, la desviación de los ojos y la protusión de la lengua. Areteo proporciona una exacta descripción de una crisis generalizada cuando expresa: «El hombre no responde, está con los con los brazos y las piernas rígidas y luego moviéndolos, la cabeza se tuerce, ya sea doblada hacia el esternón o hacia atrás, hay riesgo de cortar la lengua, los ojos se vuelven hacia arriba y si no están cerrados, se quedan en blanco, el enrojecimiento inicial de la cara se sustituye por palidez, los vasos sanguíneos del cuello se dilatan, se acelera el pulso en el inicio, hay pérdida de orina y heces en algunos hombres, mientras que la espuma sale de la boca”. Areteo reconoce además que la epilepsia se puede expresar en una variedad de crisis y que el enfermo puede ver luces de “color rojo o negro”, sentir zumbidos en los oídos u olores nauseabundos. En cuanto al pronóstico observó la remisión espontánea en la vejez.
Figura 2. Areteo de Capadocia.
La epilepsia por Galeno de Pérgamo
Fue Galeno de Pérgamo (129 aprox 200) quien demostró científica y razonadamente que enfermedades como la epilepsia se debían a alteraciones nerviosas y no a la posesión de seres demoníacos. Es por ello por lo que la epilepsia, permite poner en relación las enfermedades y patologías del aparato psicomotriz con el conocimiento médico del siglo II, es decir, la terapéutica y los recursos propios de la tradición popular como la magia. Además, fue Galeno quien aseveró que no era el corazón sino el cerebro el órgano que regía las funciones del cuerpo humano. El de Pérgamo concibió la epilepsia como la convulsión a intervalos, de todas las partes del cuerpo. Durante el ataque epiléptico se producía la lesión de la conciencia y de los sentidos con claras manifestaciones externas. Todo ello indicaba que la raíz de la epilepsia se encontraba en el encéfalo. Así pues, es un ‘humor’ viscoso y espeso lo que obstruye el encéfalo provocando los ataques epilépticos. Galeno, que observó esta enfermedad en varios pacientes y sostuvo que comenzaba en algunos enfermos con signos que anunciaban la crisis, son la auras o “soplos o brisa del mar”, concepto constituye la primera mención de ellas en la literatura médica, aunque algunos sostienen que el término fue introducido por un enfermo. También destaca que la crisis se iniciaba en una parte concreta del cuerpo y que rápidamente ascendía hasta el encéfalo del individuo provocando la pérdida de la consciencia, lo que podría asemejarse a lo posteriormente se denominaría “marcha jacksoniana”.
Desde el punto de vista terapéutico aconsejaba, dietas con restricciones alimenticias, sueño, ejercicios, catarsis con vomitivos, enemas y sangrado, así como unciones con aceite e inhalaciones de pequeñas cantidades de azufre. Para Galeno el orgasmo fue considerado como un pequeño ataque epiléptico razón por la cual desaconsejaba el coito en las personas con epilepsia y pensaba que él era un factor de transmisión de la epilepsia.
Figura 3. Galeno.
Desde el pronóstico, Galeno aseguraba que la epilepsia en los niños, aunque era más frecuente en ellos, se curaba al entrar a la pubertad y que las menstruaciones regulares en las mujeres las protegía de la epilepsia.
Por último, es necesario destacar que la palabra era su método preferido para interrogar al enfermo y su familia y debió haber sido también método de curación, todo lo cual quedó escrito en su tratado “Sobre las causas y los síntomas de las enfermedades”, uno de los mejores manuales clínicos de la antigüedad, donde describen con notable detalle los síntomas y métodos diagnósticos conocidos para muchas enfermedades.
Referencias
Temkin O. The Falling Sickness: A History of Epilepsy. JHV Press. 2010
www.epilepsiemuseum.de
www.todosobreepilepsia.com
García-Albea Ristol E. Rev Neurol 2009; 48: 322-327
Dr Marcelo Devilat Barros
01. EL CONCEPTO DE EPILEPSIA EN LA ANTIGÜEDAD (01.04.2014)
Desde muy antiguo la Humanidad se ha preocupado de la Epilepsia, ya sea por su alta frecuencia, con una prevalencia de 0.5 de la población, por sus dificultades terapéuticas antes del advenimiento de los fármacos antiepilépticos y por la extraña sintomatología de las crisis las que pueden simular una muerte parcial o una “fuga mental”. Lo anterior originaba miedo, temor y confusión en el enfermo y su entorno, por lo que se asignaba un papel ominoso a los dioses o a espíritus del mal como responsables del evento.
En MESOPOTAMIA, en sXVIII ac (aC: antes de Cristo), en el Código de Hamurabi (1780 aC), libro que fija las normas de vida cotidiana de los asirios aparece la epilepsia como una enfermedad vergonzante, el que señalaba múltiples prohibiciones a los enfermos, entre otras, casarse y destacaba que su causa era la expresión de fuerzas sobrenaturales. En el Sakikku o “Libro de todas las enfermedades” de tablas de arcilla con escritos cuneiformes, que datan de 1067-1046 aC se describen crisis consistentes en sacudidas tónico-clónicas, precedidas por un aura, así como status epilépticos y también crisis gelásticas:”Si en el momento de la epilepsia se ríe en voz alta, sus manos y piernas estarán flexionadas y extendidas”. También aparecen en estos escritos referencias al status epiléptico, en el cual el demonio mantiene la gravedad del evento y a la mortalidad: “Si el enfermo cae muchas veces, En la INDIA, las descripciones más elaboradas sobre la epilepsia se encuentran en el Ayurveda o ciencia de la vida, compendio de medicina del s XVI aC, donde se describe la Apasmara o epilepsia se que manifiesta con alucinaciones visuales, temblor de la lengua, sacudidas de manos y pies y salivación excesiva. Se describe como factores desencadenantes a la fiebre alta, hemorragias internas, agitación extrema y relaciones sexuales. Su origen demoníaco, era causado por “un dios del mal”.
La gran religiosidad mágica del EGIPTO, representaba a la epilepsia como un castigo de los dioses y las trepanaciones tenían por objeto que ellos salieran de la cabeza del enfermo En el Papiro de Ebers, 1580 aC, se menciona a las crisis epilépticas como un conjunto de temblores de todo el cuerpo y cuyo tratamiento eran infusiones plantas mantenidas al aire libre Varios siglos más tarde se encuentra en CHINA, en s VII aC, el libro Ling-Su, que describe una crisis de epilepsia: “Al comienzo al paciente se vuelve loco de forma súbita, nota una sensación de peso y dolor en la cabeza, permanece con los ojos abiertos y enrojecidos y sobreviene la agitación”. Notablemente considera a la epilepsia como de origen natural: es una enfermedad congénita, lo que junto a las concepciones de Hipócrates constituye una afirmación de relevancia histórica. El tratamiento aseguran en el libro citado consiste en restablecer el equilibrio entre las energías: el yang y el ying .
El sV aC en GRECIA tuvo notables personajes entre los que destaca HIPOCRATES (460-357 aC), considerado el Padre de la Medicina. Él con su Escuela de Cos, reflexionó sobre las leyes universales para determinar el origen de las enfermedades y fue el primero en afirmar fisiopatológicamente el origen natural de epilepsia, situándola en el cerebro y eliminándole su carácter sagrado. Hipócrates, buen observador, había observado las convulsiones en los guerreros con traumatismos cráneo-encefálicos, que lo llevó a retirar el carácter sagrado de la epilepsia, idea que dominaba su entorno, echando por tierra las explicaciones mágico-religiosas de las civilizaciones que lo antecedieron.
Otro aporte de Hipocrátes fue su descripción sobre el aura epiléptica y destacar que la epilepsia era un morbos pueri, o sea, un cuadro con alta incidencia y prevalencia en los niños y que en ellos tenía un buen pronóstico. No es menos importante el aserto del origen de las funciones cerebrales cuando escribe bella y magistralmente: “Conviene que la gente sepa que nuestros placeres, gozos, risas y juegos no proceden de otro lugar sino del cerebro y lo mismo que las penas y las amarguras, sinsabores y llantos”…..” y por él ( el cerebro) precisamente razonamos e intuimos, vemos y oímos y distinguimos lo feo, lo bueno, lo malo, lo agradable y Debieron pasar muchos siglos de Historia a partir de Hipócrates para que con la revolución industrial, filosófica y tecnológica del s XIX se aceptaran sus planteamientos y las personas con epilepsia pudieran mejorar su calidad de vida, mediante su aceptación social, la introducción de los fármacos antiepilépticos y las técnicas de diagnóstico y tratamiento.
Dr. Marcelo Devilat Barros
(Sugerencias y comentarios serán bienvenidas en la página de Contactos)
Arturo Castiglioni. Historia de la Medicina. Salvat. Barcelona. 1941
http://www.todosobreepilepsia.com
http://epilepsiemuseum.de
Manyam BV. Epilepsy in ancient India. Epilepsia 33; 473-5. 1992
Fig 1 Hipócrates y el mal sagrado. Nacimiento de la medicina científica
Fig 2 Medicina antigua. Primeras inscripciones. El Sukikku y el Código de Hamurabi